14 de diciembre de 2009

Candidiasis

Posted by Orlando Quevedo On 21:15 Sin Comentarios


¿Qué es?

La candidiasis supone la infección de diversas estructuras del organismo por un hongo denominado Cándida. Existen muchos tipos descritos de Cándidas, siendo el más frecuente la Cándida Albicans aunque existen otros donde destacan la Cándida tropicalis, parapsilosis, kruseii, glabrata y guillermondii.

La Cándida se encuentra en condiciones normales colonizando el revestimiento interno de la boca, el intestino, la piel y la vagina. Es un hongo que no es eliminado por completo por nuestro sistema inmune, ya que forma parte de lo que denominamos flora saprofita, es decir, aquellos microorganismos que habitan en nuestro organismo de forma que nos protegen de la invasión de otros microbios más patógenos y a cambio, nosotros les dejamos convivir en nuestro organismo. Sin embargo en situaciones de debilitamiento de nuestro sistema inmune, o por el uso de forma indiscriminada de antibióticos que actúan sobre otras bacterias que mantienen a raya al hongo, se produce un crecimiento excesivo de la Cándida que puede producirnos enfermedad llegando a ser grave si no se pone tratamiento.

La candidiasis puede ser bien localizadas en las mucosas o la piel, o bien diseminada de forma sistémica. Las formas localizadas afectan más frecuentemente a las regiones cutáneas, principalmente pliegues, a la mucosa de la boca, la faringe, el esófago o la vagina. Las formas sistémicas se producen por diseminación a través de la sangre o por contigüidad y puede afectar a múltiples órganos como el cerebro, el ojo, el aparato urinario o los pulmones entre otros.

Como se produce

La infección por la Cándida se produce a raíz de un disbalance entre la capacidad infectiva del hongo y la defensa de nuestro sistema inmune. En condiciones normales nuestro sistema inmunitario, aunque no es capaz de erradicar el microorganismo, sí puede controlarlo de forma que no sea capaz de infectarnos y además ejerza una ayuda defendiéndonos de otros microorganismos más infectivos.

Cuando este equilibrio se rompe, la cándida crecerá de una forma incontrolada haciéndose más patógeno y por lo tanto será capaz de infectar a nuestro organismo. A este tipo de infecciones se les denomina infecciones oportunistas, debido a que ocurren por gérmenes que habitualmente no infectan a nuestro organismo, hasta que se les presenta la oportunidad, momento en el que son capaces de producir una infección.

Existen varias situaciones que pueden llevar a este disbalance, sin embargo se engloban básicamente en dos procesos: situaciones de inmunosupresión y el uso indiscriminado de antibióticos. Si el organismo se encuentra inmunodeprimido el sistema inmune no será capaz de controlar al hongo y por lo tanto se evidenciará un desequilibrio. Existen múltiples causas de inmunosupresión como es el caso del SIDA derivado de la infección por el virus del VIH, o en ocasiones de depresión inmunitaria debida a fármacos inmunosupresores que son usados en situaciones como el trasplante de un órgano o tejido. El tratamiento crónico con corticoides también favorece el crecimiento de la Cándida, como ocurre en aquellos que toman inhaladores esteroideos en el asma y la EPOC, o en tratamientos de enfermedades autoinmunes y reumatológicas que requieren dosis orales de esteroides de forma mantenida.

El uso de antibióticos también puede ocasionar un sobrecrecimiento candidiásico. Normalmente existen múltiples especies de microorganismos que actúan como flora saprofita en nuestro organismo como otros hongos y algunas bacterias. Entre estos microorganismos va a existir a su vez un equilibrio mutuo en el crecimiento, ya que van a competir entre si para mantener su sitio en nuestro organismo. Así pues el uso indiscriminado de antibióticos que afecta únicamente a las bacterias y no a los hongos va a producir un desequilibrio entre la flora saprofita de forma que la Cándida no va a competir con ninguna bacteria que le impida expandirse, de forma que se producirá un sobrecrecimiento del hongo que puede llegar a un punto que supere la defensa inmunitaria de nuestro organismo a pesar de no estar inmunodeprimido.

Además existen formas de candidiasis crónicas asociadas a alteraciones endocrinas y a la presencia de autoanticuerpos. La cándida se asienta con facilidad en regiones con pliegues, cálidas y húmedas por lo que es la causa más frecuente de dermatitis por el pañal en lactantes y es común en personas obesas y en individuos con diabetes. Los anticonceptivos orales pueden aumentar el riesgo de candidiasis, principalmente vaginal. En pacientes con nutrición parenteral y adictos a drogas intravenosas puede inocularse la cándida directamente al torrente sanguíneo produciendo una candidiasis diseminada.

Sintomatología

En general los síntomas van a ser similares aunque dependerán de la localización de la candidiasis y de si es sistémica o localizada.

Los síntomas cutáneos locales más frecuentes son la sensación de picor continuo en la zona de la infección con la aparición de lesiones en la piel a modo de erupciones cutáneas enrojecidas con discreta inflamación local en forma de parches que tienden a confluir y que suele situarse en los pliegues, los genitales, los glúteos, bajo las mamas y en ocasiones en las axilas. En la región bucal los síntomas se reducen a molestias más o menos dolorosas al tragar y aparición de placas blanquecinas por toda la mucosa que se desprenden al raspar. En el caso de afectación del esófago puede cursar con dificultad para deglutir los alimentos, y dolor o molestias torácicas especialmente al tragar. En la región vaginal es frecuente un picor continuo que incita al rascado incesante y la aparición de placas blanquecinas características en la mucosa vaginal con importante eliminación de secreciones vaginales blanquecinas y espesas. En todos estos casos puede haber algunas décimas de fiebre aunque lo más frecuente es que curse sin ella.

La afectación sistémica es más temida, cursa con síntomas derivados del órgano infectado. En el caso de afectación ocular cursa con enrojecimiento ocular y progresivamente pérdida de agudeza visual. En ocasiones el hongo se implanta bajo la piel apareciendo a modo de bultos subcutáneos, a veces, dolorosos a la palpación y en ocasiones con infección del folículo piloso (foliculitis) observándose placas blanquecinas en la raíz del pelo. Puede cursar con síntomas de afectación nerviosa si la infección llega al sistema nervioso central, o síntomas respiratorios con tos y expectoración en caso de afección pulmonar. En las formas diseminadas es frecuente la aparición de fiebre alta y el cuadro puede comprometer la vida del paciente.

Diagnóstico

La exploración física suele poner en evidencia algunos signos expuestos en el epígrafe anterior. La presencia de placas blanquecinas en un contexto que implique factores de riesgo de candidiasis, ponen en marcha la sospecha diagnóstica del clínico, que en muchos casos suele ser suficiente para iniciar el tratamiento y confirmar el diagnóstico si la evolución posterior es satisfactoria. La visualización del fondo de ojo en caso de sospecha de candidiasis ocular está obligada y pueden observarse signos de retinitis y focos de infección blanquecinos.

Los análisis de sangre son muy inespecíficos. Puede haber un aumento discreto de glóbulos blancos en las formas localizadas, aunque no es obligado. En las infecciones sistémicas el aumento es más marcado, a menudo a base de neutrófilos, y pueden observarse algunos datos de afectación renal, anemia y cifras alteradas de plaquetas en casos muy severos.

El diagnostico de certeza implica la visualización microscópica directa y tipificación del hongo por un especialista. Para ello se debe coger una muestra que se suponga infectada y proceder al análisis. En el caso de afectación de piel, y mucisas vaginal, oral, y esofágica la muestra se puede obtener por simple cepillado de las lesiones, en el caso de afectación esofágica necesitará de una endoscopia para visualizar el esófago, y en el caso vaginal de una exploración ginecológica, para así coger una correcta muestra. La necesidad de biopsia suele ser poco frecuente aunque en casos dudosos puede ser necesaria.

En el caso de candidiasis diseminada las muestras deben obtenerse de la sangre, del esputo, o de orina dependiendo de los órganos afectados. El cultivo y la visualización microscópica de la muestra nos darán el diagnóstico exacto.

Otras pruebas como la detección de antígenos o de anticuerpos específicos no se usan al no aportar muchas más ventajas a las pruebas convencionales e implican técnicas muy complejas y poco económicas.

Tratamiento

En general lo más importante es asegurar una correcta respuesta inmune en el paciente afectado mediante manejo ajustado de los inmunosupresores en caso de trasplante y llevar un correcto cumplimiento del tratamiento para el SIDA en casos de infección por el VIH.

En general el tratamiento farmacológico dependerá de si se trata de una forma localizada o sistémica de la candidiasis. En el primero de los casos se prefieren los tratamientos tópicos, es decir sobre la propia lesión, ya que implica menos efectos secundarios y una menor aparición de resistencias al tratamiento. En general se trata de soluciones, óvulos o cremas de aplicación tópica, aunque en ocasiones podrá requerir tratamiento con pastillas, más potentes aunque con mayores efectos secundarios. En caso de afectación sistémica se prefieren los tratamientos intravenosos o por vía oral, ya que requerirán una mayor penetración en todos los tejidos para eliminar cualquier reservorio de Cándida.

En cualquiera de los casos se emplearán los fármacos denominados como antifúngicos donde destacan la Nistatina y los de la familia de los AZOLES como el fluconazol, el itraconazol, el clotrimazol, y el voriconazol. Otros tratamientos más potentes empleados en casos de resistencias o infección diseminada importante son la Anfotericina B y sus derivados lipídicos como la Anfotericina complejo lipídico y liposomal. Un antifúngico usado más recientemente incluye la Caspofungina.

Medidas preventivas

La medida más eficaz es evitar el tratamiento antibiótico salvo en casos imprescindibles y evitar situaciones de inmunosupresión mediante manejo ajustado de los inmunosupresores en caso de trasplante y llevar un correcto cumplimiento del tratamiento para el SIDA en casos de infección por el VIH.

Una correcta higiene corporal, especialmente en los pliegues, y principalmente en obesos y niños puede evitar la afección candidiásica cutánea. Los diabéticos deben llevar un correcto control de las glucemias, una adecuada higiene corporal y la cura exhaustiva de posibles ulceraciones y heridas.

No se debe tratar con antifúngicos de forma preventiva puesto que se trata de microorganismos necesarios y su eliminación puede implicar el sobrecrecimiento de otro organismo más patógeno.


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